LA Cátedra UNESCO: Sabidurías y Conocimientos de los Pueblos
Tiene como antecedente la Cátedra Indígena Intercultural (CII) “Un esfuerzo de visibilización de saberes, sabidurías, tecnologías y conocimientos indígenas”. Su inicio como ente institucional en el año 2002 y se consolida medianamente en el 2005, dentro del marco del funcionamiento de la Universidad Indígena Intercultural (UII), proyecto del Programa Emblemático de Formación y Capacitación del Fondo Indígena. Tiene como referentes históricos los espacios de conocimiento y sabiduría de nuestros ancestros como los Yachaywasi (casa del saber) y Acllawasi (casa de las elegidas) en el sur y en el norte los Huehuehtlatolli (Consejo de Ancianos), los Telpochcalli (centro de aprendizaje para la guerra), Calmécac (artes, oficios y espiritualidad) y Telpochpan (escuela para mujeres)
El sueño (visión) de la Cátedra Indígena Intercultural era una red de saberes y conocimientos ancestrales; un espacio de formación pluricultural y plurinacional para recuperar, fortalecer e innovar a través de un diálogo intercultural e interepistémico de los pueblos, que contribuya a la construcción de una sociedad y un mundo equitativo, descolonizado, intercultural y equilibrado, cuya misión era orientar el cuidado de todos los seres vivos, de la Madre Naturaleza y de la vida misma.
Con el caminar surge la iniciativa de la Cátedra UNESCO, con la convicción de tener el espacio para crear y recrear los conocimientos y saberes de los pueblos. La que fue otorgada a la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense, URACCAN, como la institución de educación superior Comunitaria Intercultural, capaz de dar vida a la Cátedra UNESCO-sabidurías y conocimientos de los Pueblos.
La misma tiene como propósito proveer un espacio de información, análisis, aportes conceptuales, metodológicos y valores de los conocimientos, saberes, sabidurías, ideologías y cosmovisiones de los pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos para el fortalecimiento de la identidad y la generación de procesos de diálogo intercultural. Además, visibilizar los conocimientos, saberes, sabidurías y prácticas de los pueblos.
Al realizar una lectura desde una América Latina diversa, donde viven aproximadamente 45 millones de personas indígenas (8.3% de la población regional) pertenecientes a 826 pueblos culturalmente diversos (CEPAL, 2014, p.12), y 120 millones de afrodescendientes, que representan un 23% de la población latinoamericana (Antón y Del Popolo, 2009, p. 41). La educación superior debe jugar un papel fundamental en la atención a la diversidad cultural y en el fortalecimiento de relaciones interculturales equitativas que contribuyan a la construcción de democracias pluriculturales.
Es así, que la historia nos refleja que, en la región desde la última década del siglo XX, cuenta con experiencias de universidades e instituciones de educación superior (IES) de carácter indígenas, interculturales, afrodescendientes y comunitarias, con pertinencia y relevancia cultural, gestadas por organizaciones, líderes y/o intelectuales o apoyadas por el Estado y sus gobiernos. Sin embargo, muchas se encuentran aún un tanto invisibilizadas y poco articuladas del sistema universitario convencional. El camino por recorrer es aún muy largo, especialmente en el tema de reconocimiento institucional, tanto de parte del Estado como de los Sistemas de Educación Superior. Asimismo, en el entendimiento dialógico de los estándares e indicadores de calidad para la acreditación de estos modelos educativos propios. Lo que ha provocado hasta el cierre definitivo de universidades, como es el caso de la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas “Amawtay Wasi” del Ecuador, la que fue suspendida por falta de calidad.
Pero si hablamos de calidad y pertinencia debemos estar dispuestos y dispuestas a entrar en un proceso de diálogo con respecto donde las partes se encuentren en condiciones equitativas de hacer una reflexión sobre el “bien hacer”. Donde se desarrolle un análisis que reconozca el valor de los saberes, conocimientos y tecnologías ancestrales, se valoricen a los sabios, sabias y autoridades, se fortalezca la cultura, se promuevan los usos y costumbres y se potencializan las capacidades y metodologías educativas propias de las comunidades, se promuevan las formas propias de “vida” y de armonía entre el ser humano y la naturaleza. Que el “vivir bien/buen vivir o vida en plenitud”, se convierte en el eje articular del diseño curricular y la formación especializada que requieren los pobladores de las comunidades (Convenio Andrés Bello, 2014).
Sin embargo, la búsqueda de soluciones para asegurar la calidad y legitimidad de la educación intercultural supondrá todavía la continuidad de un trabajo compartido y cooperante entre instituciones, sistemas de educación superior y agencias de acreditación regional. Donde no se deben aplicar sistemas rígidos de criterios de validez supuestamente “universal”, sino sistemas flexibles, de amplia participación y constante reflexión de la acción, desde y para su contexto.
Si tomamos en cuenta que la Declaración final de la CRES (2008) nos plantea en la C-3: “Se deben promover la diversidad cultural y la interculturalidad en condiciones equitativas y mutuamente respetuosas. El reto no es sólo incluir a indígenas, afrodescendientes y otras personas culturalmente diferenciadas en las instituciones tal cual existen en la actualidad, sino transformar a éstas para que sean más pertinentes con la diversidad cultural. Es necesario incorporar el diálogo de saberes y el reconocimiento de la diversidad de valores y modos de aprendizaje como elementos centrales de las políticas, planes y programas del sector”. Son todavía muchas las limitaciones y obstáculos ideológicos, políticos, estructurales, que deben ser superados para avanzar hacia el pluralismo epistemológico coherente con el reconocimiento de la diferencia y la diversidad cultural.
La Conferencia Regional de Educación Superior (CRES, 2018), reafirmó la necesidad de continuar trabajando por la interculturalización: consenso 2008 reto 2030. Significó el escenario ideal para la consideración de la diversidad como riqueza. Donde la educación superior debe ser un proceso de construcción humana y un medio para la libertad, la equidad, la solidaridad y la igualdad sin distinción social, género, etnia religión ni edad. El acceso, el uso y la democratización de los conocimientos es esencial para garantizar los derechos humanos básicos e imprescindibles para el buen vivir de los pueblos.
Es así, que la interculturalidad debe ser vista y tratada por todos y todas, existiendo mecanismos de vigilancia, nuevas rutas epistémicas, diálogo de saberes plural e igualitario y crear, recrear, acceder y aplicar los conocimientos que necesitamos para la vida. Por lo que es ineludible reconocer y valorar las epistemologías, las cosmovisiones, los sistemas lingüísticos, formas de aprendizaje, las historias y modos de producción de conocimientos de los pueblos en todo el sistema. Sin duda debemos formar hombres y mujeres con conocimientos y capacidades, pero también con excelencia humana, orgullosos y orgullosas de su diversidad e identidad.
La Cátedra es soñada como el espacio donde se puede visibilizar las sabidurías y los conocimientos de los pueblos, como esencia principal de la construcción de puentes de interculturalidad. Así mismo para eventos, acciones y actividades destinadas al fortalecimiento de las identidades y las culturas de nuestros pueblos y el avance del cumplimiento del Plan de Acción post CRES (2018).